viernes, 17 de febrero de 2012

EDUCAR CON PREMIOS Y CASTIGOS

PARTE 1: LOS PREMIOS
En la actualidad los padres caemos constantemente en la trampa de intentar educar a través de los premios y castigos. Es común prometer premios para “motivar” a los niños a adoptar conductas deseadas, para que se esfuercen por sobresalir o para que cumplan con alguna tarea que se les ha encomendado. Así mismo se les advierte de castigos que obtendrán cuando realicen acciones indeseadas o no logren los objetivos trazados.
Esta estrategia engaña a los padres, dado que parece funcionar a la perfección. La promesa de un premio o un castigo logra que el niño actúe de la manera esperada por los padres. Sin embargo, detrás de ello no hay un aprendizaje real, es sólo un condicionamiento  que no tiene que ver con el concepto de educar para la vida. Los pequeños se ven motivados por obtener una recompensa (o evitar un castigo) y la acción pierde todo el valor en sí misma, trasladando ese valor al premio. De esta manera, el haber hecho un esfuerzo por conseguir una buena nota en el colegio, colaborar con la familia en las labores de casa o destacar en algún deporte, deja de ser lo más importante y se le permite al premio obtener el protagonismo. Entre más grande el premio, mas valor tuvo la acción. Si el premio no es tan grande y deslumbrante como el niño pensaba, entonces asume que su esfuerzo no fue lo suficientemente bueno, sin importar que tan grande haya sido ni los resultados del mismo.
Ayudar al niño a identificar el valor que hay detrás de cada buena acción, de cada logro o esfuerzo, debe ser el principal objetivo de los padres al trazar los parámetros de su educación y formación. Ver el beneficio que representa para ellos la consecuencia de ser responsables y dedicados debe ser el eje y el mayor motivante para que actúen de dicha manera. La forma adecuada de enaltecer la conducta del niño es mediante el reconocimiento verbal o afectivo y no con recompensas. Sólo no hay que confundir con mensajes de amor condicionado que se promueven con frases como: “si te portas mal nadie te va a querer” “si vas a la clase te voy a querer mucho”.
Esto no quiere decir que los regalos estén prohibidos y que no deban entregarse objetos materiales como una demostración de afecto. Sin embargo, deben ser justamente eso: Regalos no condicionados, y que no haya de por medio el refuerzo de una conducta positiva. Entregar un regalo por el simple placer de dar, de manera espontánea y no como consecuencia de una acción determinada ya que esto carece de toda lógica.
En la siguiente entrega hablaremos acerca de los castigos y las consecuencias como parte de estas estrategias para educar en lugar de condicionar.