martes, 25 de junio de 2019

¿ADULTOS CHIQUITOS O NIÑOS GRANDES?





"Hasta hace uno o dos años era todo un amor, ¡hoy no puedo ni voltear a mirarle!" "Hoy todo le molesta, me ignora y está en desacuerdo con absolutamente todo lo que yo diga!"
¿Te suenan conocidas estas frases? Entonces de seguro tienes hijos en plena pre-adolescencia. Esta etapa tan temida para los papás da inicio aproximadamente a los 12 años y no sólo representa un reto para los padres, sino lo es también para los jovencitos quienes empiezan a enfrentar retos cada vez mayores en los que ponen a prueba su capacidad de adaptación, son objeto del juicio social de sus pares y sobre todo, empiezan a formar su propia escala de valores.
Una de las necesidades principales de los pre-adolescentes es experimentar el sentido de pertenencia. Para ellos formar parte de un grupo social y ser aceptado se vuelve una de las cuestiones más importantes de su vida. De forma paradójica, en la búsqueda de su propia identidad pueden adoptar actitudes, comportamientos y apariencias que los hagan mimetizarse con otros a tal grado que parezca que justo lo que pierden es su propia identidad. Esta situación es absolutamente normal y aunque no es motivo de alarma, es un punto de supervisión obligado para los padres. En esta etapa la convivencia con amigos siempre será mejor en casa que fuera de ella. Es una buena estrategia conocer a los amigos, y establecer contacto con los padres de los otros chicos para hacer una red común. En estas reuniones es sano darles a los jóvenes "libertad regulada" en casa, es decir, permitirles cierto grado de privacidad, pero que siempre haya un nivel de vigilancia que asegure que las cosas no se saldrán de control.
A esta edad la disciplina se vuelve un punto de choque constante entre padres e hijos. Por eso, sugiero que a medida que se van dando cambios en las necesidades de los jóvenes, se vayan haciendo adecuaciones de mutuo acuerdo a las reglas de la casa. El hecho de que el jovencito intervenga (e incluso negocie) una regla, le hará sentir que es más un acuerdo de él con sus padres que una imposición, y estará en mejor disposición de cumplirla. En este rubro caen reglas como, la hora de terminación de las reuniones en casa, el monto de la mesada, etc. Sin embargo, también debe haber ciertas reglas que sólo serán decisión de los adultos y que él debe acatar, aunque éstas siempre deben ser congruentes y estar acompañadas de una explicación por parte de los padres.
Por último, cuando los jóvenes conviven con otros jóvenes que tienen reglas familiares completamente diferentes a las propias, seguramente cuestionarán esto de manera insistente, y es aquí, cuando la labor de los padres debe centrarse en explicar cuáles son los valores que están detrás del comportamiento familiar esperado. De esta manera, los hijos podrán irse dando cuenta que detrás de cada comportamiento no está solo el hecho de cumplir una regla por cumplirla, sino que obedece a una formación en valores que busca edificar la vida propia y la de los demás.
Es muy importante estar cerca, observar y escuchar a los jóvenes evitando el juicio, no desacreditar sus preocupaciones, brindarles apoyo para que se sientan seguros, respetar ciertos espacios de privacidad, pero hacerse presente siempre. Si notas cambios radicales en su comportamiento no dudes y actúa de inmediato haciéndole saber que te importa más que nada en el mundo.
Rosamary Rodríguez Piana
Coach Ejecutivo, de Vida y Asesora de Crianza



lunes, 24 de abril de 2017

La importancia de ser una Mamá Plena

Es muy frecuente escuchar a las mujeres hablar del cambio de vida que experimentan a partir de que son madres, comparaciones que se refieren a lo que era “mi vida antes y después de ser mamá”. Y vaya que es un parteaguas para la vida de cualquiera. Darse a la tarea de ayudar a una nueva vida a forjarse, conocer el amor incondicional, el instinto de proteger a otro ser humano y sentir el corazón latir fuera del propio cuerpo son cosas que solamente quien ha sido madre puede sentir. El orden en la lista de prioridades cambia drásticamente.
Sin embargo, muchas veces este cambio en nuestra vida va aparejado con algo que algunas consideran casi obligatorio para cumplir bien el rol de ser mamá: renunciar a sus propios sueños, o en el mejor de los casos, dejarlos en pausa. Las aspiraciones profesionales, el crecimiento personal, profesional y social, pasan a un peligroso segundo, tercer o cuarto plano. Si bien es cierto que las prioridades cambian, las necesidades no desaparecen. Al inicio estaremos muy ocupadas en encontrar un nuevo orden, en administrar tiempos y desde luego, en descubrirnos como mamás. Pero, es sumamente importante no olvidar que este bebé ha llegado para adaptarse a un mundo que ya es, y no es el mundo el que debe adaptarse a él. Y esto aplica también para los roles que la mamá desempeñaba antes de su llegada.
Dejar en el olvido las metas y sueños que tenías antes de ser mamá cobrará una factura demasiado alta casi sin que te des cuenta. ¿Te interesa que tu hijo logre desarrollar autonomía, que tenga una correcta imagen de sí mismo, que se sienta capaz, que sea feliz? Bueno, nadie puede ofrecer aquello que no tiene, ni podría favorecer que florezca en los demás algo que no cultiva en sí mismo. Así como sabemos que el ejemplo arrastra en hábitos cotidianos como el ejercicio y la buena alimentación, de igual forma el ejemplo es la mejor vía para demostrarle a los hijos que los sueños se persiguen, que nadie tiene derecho a impedirte busques lo que crees que te da plenitud y sobre todo, que el desarrollo de tu Ser, es un encargo que sólo te corresponde a ti mismo.
Una mamá, antes de ser mamá, es un individuo con necesidades propias, que además ha asumido la enorme tarea de ayudar a una vida a formarse. 
No es para nada sencillo combinar la labor de ser mamá con el seguirte haciendo cargo de ti, pero vale la pena equivocarse una y mil veces en la búsqueda de balancear estas tareas. Mantenerse inmóvil representará un riesgo altísimo de vivir en frustración y con una sensación de enorme vacío que no sólo te hará daño a ti, sino también a tu pequeño, a quien inconscientemente puedes hacerlo “responsable” de no sentirte plena.
Busca el equilibrio, no importa cuantas veces debas re-organizarte, no renunciar a buscar la plenitud, cómo sea que tú la concibas, te hará recorrer un camino de gozo y satisfacción, pero,  sobre todo, sabrás que estás dando a tu hijo el testimonio de que la vida es una, es suya,  y que vale la pena bailar con su propia música. 





jueves, 18 de diciembre de 2014

¿Qué papel juega la disciplina en la tarea de educar?



La disciplina es el conjunto de reglas que enmarcan al niño dentro del comportamiento esperado, pero que principalmente le ayudan a adquirir aquellos hábitos y valores que sus padres consideran primordiales para sentar las bases sobre las cuales forjará su personalidad.


Esta última es la parte más importante y habitualmente la que menos importancia adquiere en el día a día.


Nos interesa imponer disciplina para tener las cosas bajo control, para remediar de manera inmediata un mal comportamiento, para quedar bien parados en nuestra evaluación como padres, y olvidamos que con la disciplina estamos también, queramos o no, estableciendo las bases para la formación de la personalidad.


Entonces, es importantísimo desarrollar estrategias de crianza que vayan más allá de corregir de manera inmediata y a corto plazo algún comportamiento que nos avergüenza o molesta de nuestros hijos. Es necesario que estas estrategias también sirvan para que los niños puedan desarrollar habilidades primordiales como son:

  • Auto-regulación
  • Compromiso
  • Motivación
  • Responsabilidad
  • Seguridad en sí mismos                                              
  • Capacidad de análisis
  • Empatía
  • Respeto 


Los cuatro pilares de la disciplina


Desde mi punto de vista existen 4 pilares básicos que sostienen una buena disciplina. Cada uno de ellos aporta las condiciones y el balance necesarios para que el crecimiento de los niños se realice en un marco adecuado. Estos cuatro pilares son:

  • Estructura.- La estructura es el armazón de la disciplina y podríamos resumirlo de una manera simple como: “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”
  • Comunicación clara y afectiva.- La comunicación es el medio que usamos para entender al otro, y no debemos privilegiar sólo el “hacernos entender”. Si para educar es necesario “entrar en el mundo del otro” entonces lo primero que requerimos es escucharle y entenderle para desde ahí poder movernos juntos hacia el crecimiento.
  • Manejo de Límites y Reglas.- Las reglas son el conjunto de leyes con que se va construyendo el sistema familiar a lo largo del tiempo y a través de inevitables ajustes por ensayo y error. Las reglas deben ser una guía establecida para cualquier acción, conducta o disposición. El trabajo de los niños y jóvenes es poner a prueba el límite y la efectividad de la regla.
  • Constancia y congruencia.- Nada sucede de la noche a la mañana. “La constancia es la virtud que hace que todas las demás virtudes florezcan” (Arturo Graf)
Sería muy interesante revisar de qué manera estás estableciendo en casa el manejo de la disciplina y cómo promueves cada uno de estos cuatro pilares.

                         Rosamary Rodríguez Piana                      

martes, 29 de octubre de 2013


Clases extracurriculares


 

Ballet, natación, piano, pintura, gimnasia, tarea y apoyo en matemáticas…  Así de basta suele ser la agenda vespertina de los niños hoy en día. Los papás nos ocupamos en buscar actividades culturales y deportivas que amplíen  las habilidades de los niños y… que los entretengan!!! De modo que ellos están tan ocupados que a nosotros sólo nos queda fungir como sus choferes. ¿Esto realmente les beneficia, o al contrario?
Desde mi punto de vista, la intención de los papás es siempre buena. Una actividad artística o deportiva puede permitirnos aportar mucho al desarrollo físico y emocional de un pequeño, incluso es una manera de descubrir sus talentos y los quehaceres que le apasionan. Sin embargo, también puede volverse una pesadilla que lejos de darle a los niños abono para su crecimiento, les somete a estrés y ansiedad.
¿Cuándo deja de ser algo positivo? La respuesta es simple. Cuando el niño no lo disfruta y es obligado a cumplir con una actividad extra-curricular para alcanzar las expectativas de sus padres, del medio o por una costumbre familiar. Por ejemplo: En casa todos tocan piano, por lo que al niño nadie le preguntó si deseaba aprenderlo. Una clase extraescolar debe ser una actividad que los niños gocen enormemente, donde se sientan exitosos y que contribuya a elevar su autoestima. No tiene caso forzar a un niño, cuya inclinación es claramente intelectual, a jugar futbol y además, exigirle ser el goleador del equipo, so pena de que papá se sienta muy decepcionado si no lo hace. Es verdad, que todos los niños necesitan hacer ejercicio, y realizar deporte es parte de una educación integral en salud. Sin embargo, es sumamente importante no perder el piso y dejar claro cuáles son los objetivos de esa actividad: mantener la salud o desarrollar un talento. Teniendo esto claro, no habrá decepciones para nadie, y sobre todo, no atropellaremos la autoestima de nuestro hijo.
Para elegir una actividad extraescolar es indispensable tomar en cuenta los gustos, preferencias y habilidades de tu hijo. Por ejemplo, si desde tu punto de vista, es absolutamente indispensable que practique un deporte, toma en cuenta sus preferencias y su personalidad. Pero tampoco pierdas de vista que para ejercitarse, siempre están la bicicleta, los patines y correr en un parque. Esto debe estar por encima de tu afición al golf o al karate.
Nunca esperes que tu hijo sea la estrella que tú deseaste ser y que la falta de oportunidades truncó. Ellos no son una fábrica de sueños. No lo olvides. Ellos tienen sus propios sueños que merecen ser impulsados, aunque difieran de los tuyos.
Como parte de una disciplina es importante que los niños concluyan lo que empezaron. Primero, es recomendable darles la oportunidad de tomar cuantas “clases muestra” sean necesarias hasta que encuentre la actividad con la que desea comprometerse. Durante este período de prueba explícale que esperas que al elegir, se comprometa por algún tiempo, y que no será posible dejar de asistir sin razón alguna. Un período mínimo adecuado puede ser un año escolar o un semestre, dependiendo de la actividad.
Es importante, no confundir las actividades extraescolares con los apoyos necesarios para el desarrollo del niño, como pueden ser terapias de lenguaje, visuales o un apoyo académico cuando el atraso es importante. En estos casos, el apoyo debe ser prioritario y estar por encima de las actividades recreativas y culturales. Es muy importante superar cualquier tropiezo en el desarrollo del niño, para que logre alcanzar su máximo potencial.
En resúmen, una actividad extraescolar será benéfica para el niño siempre que le aporte gozo, diversión, realización, deseos de superación, que abone a su autoestima y sobre todo, que no invada su tiempo de ser niño, de jugar e incluso de aburrirse para con ello dar rienda suelta a su creatividad.
 
Rosamary Rodríguez Piana
Coach de Vida y Asesora de Crianza
 


martes, 16 de abril de 2013

¿Es hora de dejar el pañal?

Muchas veces las mamás decidimos que es momento de que nuestros bebés dejen el pañal. Las razones que nos llevan a tomar esta decisión son muchas y muy variadas: nuestro hijo mayor lo hizo a esa edad, el primito ya dejó el pañal, ya va a entrar al kínder, la abuelita dice que ya es demasiado grande para seguir usándolo o simplemente estamos cansadas de cargar la pañalera. Y entonces, iniciamos en este proceso pensando que basta con haber tomado la decisión, ser muy firmes y muy dedicados.
¡Nada más alejado de la realidad!
El control de esfínteres es un proceso único y diferente en cada niño, y para iniciarlo es indispensable que el niño esté listo para hacerlo. Esto es, que fisiológicamente exista la maduración neurológica necesaria que establezca las bases para hacerlo. El hecho de que un bebé de cuatro meses tenga sus piernas y pies sanos, no significa que esté listo para caminar, de la misma manera, un niño de 2 añitos no necesariamente está listo para dejar el pañal. Cada pequeño tiene tiempos distintos de maduración en todas sus áreas de desarrollo, y es importante que los papás estemos atentos a ver las señales que indican que están listos para intentarlo.
Los niños pasan por tres etapas principalmente antes de dejar el pañal, éstas son:
1.     Se da cuenta que tiene sucio el pañal y se incomoda. En esta etapa, después de que el pequeño ensució su pañal te pide que lo cambies porque ya le desagrada la sensación que le produce el pañal sucio.
2.    Se da cuenta justo en el momento en que está haciendo pipí y te avisa. Es común intentar empezar a dejar el pañal desde las primeras veces que el niño avisa que está haciendo pipí. Iniciarlo aquí es un poco apresurado en algunos casos, vale más dejarle explorar esta etapa y reforzar cuando él avise y le digas “¡Estás haciendo pipí, muy bien! avísame al terminar para que te cambie”
3.    Avisa momentos antes que necesita ir al baño. Esta es la última etapa y es el momento adecuado para empezar a motivar al niño a que deje el pañal. No olvides que cuando te avisa, cuentas con un espacio muy breve de tiempo para llegar al baño sin que haya fugas.

Una vez que tu hijo ha pasado por estas etapas y se encuentra listo para iniciar el proceso de dejar el pañal, es indispensable que te llenes de paciencia y que tengas en cuenta que no en todos los casos se logra de una manera rápida y sin problemas. Ayúdalo con cuentos que hablen acerca del momento de ir al baño, y con inodoro de su tamaño o bien, con un reductor que adapte el de adultos para el uso de un niño. Platica con él acerca de los calzones de tela y cerciórate de que esté seguro de que entiende lo que sucederá cuando ya no tenga el pañal desechable. 

Lo que no debes perder de vista cuando inicien el proceso:
-      Lleva a tu pequeño cada 30 minutos al baño, no importa si hace o no, lo importante es ayudarlo a no tener accidentes y de esta manera mantenerlo motivado. Es recomendable que no le preguntes si desea ir al baño, recuerda que apenas está empezando a identificar cuando su cerebro emite la señal al esfínter, y que si se encuentra en una actividad que le agrade o le distraiga, es común que no lo note.
-      Ante un accidente evita reprenderlo, o decirle que es un niño sucio. Recuerda que lo esperado es tener accidentes y que deberás actuar con paciencia, haciéndole sentir que no ha pasado algo grave y que con solo limpiar se soluciona. Anímalo diciéndole que con seguridad, la próxima vez lo hará mucho mejor.
-      Evita agregarle una connotación emocional al hecho de ir al baño, manten este logro en el lugar al que pertenece, es decir, esto sólo es una consecuencia lógica de que tu hijo está madurando, pero no lo hace mejor ni peor niño. No uses frases como: “estoy muy feliz de que hayas usado el baño”, “si vuelves a hacerte en los calzones me voy a poner muy triste”, “estoy muy enojada porque no me avisaste”, estas frases dan al niño el mensaje de que ir al baño logra modificar los estados emocionales en ti y esto no es sano para él ni para la relación entre ustedes.
-      Retirar el pañal nocturno, generalmente es un momento diferente y posterior al de retirar el uso del  pañal diurno.

Si después de haberlo intentado resulta que en realidad tu hijo no estaba listo, no trates de insistir más de la cuenta, ya que esto solo logrará que le tome una aversión desmedida a usar el baño, en ningún momento debe volverse una situación traumática ni una lucha de poderes.  Es más conveniente platicar con él, decirle que no es un buen momento y regresar al uso del pañal. Con toda seguridad, cuando el momento sea verdaderamente el adecuado, todo resultará más natural. Sólo no pierdas de vista que intentarlo y regresar al pañal más de una vez no es conveniente.
Por último, no olvides que las referencias que los niños se forman respecto a sus genitales y todo lo que tiene que ver con ellos, forma parte también del concepto que van integrando respecto a su sexualidad, es por ello que el tema de control de esfínteres debe ser tratado con mucho respeto hacia el niño para que logre asociar todo esto como parte de su naturaleza y su proceso de desarrollo siga siendo sano en todos sentidos.

 Rosamary Rodríguez Piana
Asesor de crianza y Life Coach





lunes, 9 de abril de 2012

Eduacr con premios y castigos. 2a y última parte

EDUCAR CON PREMIOS Y CASTIGOS
PARTE 2: LOS CASTIGOS



En el artículo anterior hablamos de la trampa en la que solemos caer los padres, al intentar motivar a nuestros hijos a través de premios con los que pretendemos reforzar conductas positivas. Como ya vimos, no sólo no se logra el objetivo sino que además la acción a reforzar pierde su verdadero valor.
Hoy toca el turno de hablar de la contraparte: Los castigos.
Generalmente, cuando el niño no cumple con alguna responsabilidad o adopta una conducta indeseable, reaccionamos gritando y retirándole algún privilegio. Buscamos lo que más le gusta, “algo que en realidad le duela perder”, y con poca reflexión pero con mucha amenaza, le hacemos saber que lo ha perdido. En la mayoría de las ocasiones, el castigo no tiene nada que ver con la conducta no deseada en la que el niño ha incurrido, por ejemplo, le quitamos su juguete preferido porque no obedeció durante la visita a casa de la abuela. ¿Qué relación tiene una cosa con la otra? Ninguna. Entonces, aquí no hay aprendizaje alguno, estamos tratando que a partir del dolor, aprenda.
Así como en la vida no hay premios por cumplir con obligaciones y responsabilidades, tampoco hay castigos. La vida sólo ofrece consecuencias a nuestros actos, y es esto lo que debemos tratar de inculcarle a los niños desde pequeños.
Para corregir conductas y resolver problemas, existe alternativas al castigo. Adele Faber y Elaine Mazlish en su libro “Como Hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen” ofrecen opciones muy interesantes entre las que se encuentran:
a)    Indicale lo que esperas de él. Sé claro y específico al decirle al niño como esperas que actúe.
b)    Ofrécele una opción. Decirle por ejemplo: “No puedes salir corriendo, camina junto a mi. Si sales corriendo deberás sentarte en el carrito. Tu elige.”
c)    Expresa tu desaprobación enérgicamente. Es importante que al hacerlo no califiques la personalidad del niño. Dirige tu atención a la acción que es la que repruebas, no al niño.
d)    Permite que experimente las consecuencias de su mal comportamiento. Recuerda que esto debe ser una acción lógica derivada de su mala conducta, no un castigo impuesto a tu voluntad y grado de enojo.

Promover que los niños vivan las consecuencias de sus actos, buenos y malos, y que siempre se sientan acompañados por sus padres en estos procesos de aprendizaje, le harán sentir al niño que son lo suficientemente valiosos y capaces.
No olvides que la disciplina es también un acto de amor, y la manifestación del mismo sin condiciones, no está peleado con el arte de educar.

viernes, 17 de febrero de 2012

EDUCAR CON PREMIOS Y CASTIGOS

PARTE 1: LOS PREMIOS
En la actualidad los padres caemos constantemente en la trampa de intentar educar a través de los premios y castigos. Es común prometer premios para “motivar” a los niños a adoptar conductas deseadas, para que se esfuercen por sobresalir o para que cumplan con alguna tarea que se les ha encomendado. Así mismo se les advierte de castigos que obtendrán cuando realicen acciones indeseadas o no logren los objetivos trazados.
Esta estrategia engaña a los padres, dado que parece funcionar a la perfección. La promesa de un premio o un castigo logra que el niño actúe de la manera esperada por los padres. Sin embargo, detrás de ello no hay un aprendizaje real, es sólo un condicionamiento  que no tiene que ver con el concepto de educar para la vida. Los pequeños se ven motivados por obtener una recompensa (o evitar un castigo) y la acción pierde todo el valor en sí misma, trasladando ese valor al premio. De esta manera, el haber hecho un esfuerzo por conseguir una buena nota en el colegio, colaborar con la familia en las labores de casa o destacar en algún deporte, deja de ser lo más importante y se le permite al premio obtener el protagonismo. Entre más grande el premio, mas valor tuvo la acción. Si el premio no es tan grande y deslumbrante como el niño pensaba, entonces asume que su esfuerzo no fue lo suficientemente bueno, sin importar que tan grande haya sido ni los resultados del mismo.
Ayudar al niño a identificar el valor que hay detrás de cada buena acción, de cada logro o esfuerzo, debe ser el principal objetivo de los padres al trazar los parámetros de su educación y formación. Ver el beneficio que representa para ellos la consecuencia de ser responsables y dedicados debe ser el eje y el mayor motivante para que actúen de dicha manera. La forma adecuada de enaltecer la conducta del niño es mediante el reconocimiento verbal o afectivo y no con recompensas. Sólo no hay que confundir con mensajes de amor condicionado que se promueven con frases como: “si te portas mal nadie te va a querer” “si vas a la clase te voy a querer mucho”.
Esto no quiere decir que los regalos estén prohibidos y que no deban entregarse objetos materiales como una demostración de afecto. Sin embargo, deben ser justamente eso: Regalos no condicionados, y que no haya de por medio el refuerzo de una conducta positiva. Entregar un regalo por el simple placer de dar, de manera espontánea y no como consecuencia de una acción determinada ya que esto carece de toda lógica.
En la siguiente entrega hablaremos acerca de los castigos y las consecuencias como parte de estas estrategias para educar en lugar de condicionar.